jueves, 26 de julio de 2007

Leonardo o el arte de escupir verdades permanentes por Víctor Coral


El texto se abre con una meditación trascendente, con un intento de trasegar los límites del mundo en su concepto ordinario.

Nuestras objeciones de verdad, o falsedad, son condiciones
Que predestinan la realidad y lo que existe es un acontecimiento determinado
Por nuestra época. El mundo
Es un proceso: no una lógica que sirva para envanecer o justificar desechos
Consumados.

Este discurso poético racional es con frecuencia violentado, interrumpido por rasgones de lirismo que ahondan la materia poética al mismo tiempo que afincan un equilibrio gradual y paradójicamente controlado:

¿Importan estación, temperatura y posición de los astros
En un astrolabio hecho para imperar sobre el cielo?

“Escribir no es meditar”, nos advierte el poeta cuando ya estaba tentado a recomendarle lo mismo. Pero felizmente no hay muchas ocasiones para ello en este largo poema dividido en diez secciones. Si bien el diálogo con la amada y el sopesamiento de la relación de pareja –concebida como enfrentada a la vulgaridad de la realidad y sus coerciones- son puntos axiales que afloran en el discurso con regularidad, los puntos de crisis (en sentido positivo) los obtiene Verástegui cuando salta por encima de lo erótico-amoroso para asomarse a las cimas de lo trascendente, y aun cuando cae en furtivos arrebatos confesionales. Cito in extenso:

No una vuelta –como podría decir el hombre poco discreto-
A la vulgaridad sino un enriquecer esta vida,
Con vida: este acto de cultura
Que es, sencillamente, intercambiar experiencias
Como flores, producir este mundo a imagen y semejanza
(…)
Nosotros aún permanecemos aquí escarnecidos
Y masacrados, perseguidos, absurdamente inteligentes
En un mundo donde serlo equivale a descender al infierno
(…)
Esa obra de perfección, como hablaron los místicos,
Es tu cuerpo como un templo donde creación
Y destrucción se complementan a ti mismo. Tú eres un Dios,
Una dulce fuerza divina capaz de todos los propósitos,
Una bella cosa operante en el mecanismo
De los mundos.
(…)
Sé que he escrito poco y que he todavía soñado más.
Esta vida es un sueño destruido en la polea de una industria
Que me escarneció, e insultó, vilipendió mientras
Me escabullía hacia el amor restituyéndome
A los corazones que me han guarecido…

La tentación profética no parece arredrar al poeta, conciente de que “una bella escritura si no trae orden y limpieza a tu mente/ desaparece en la noche/ y el caos queda como agua pasada en el agua que viene”:

El mundo exige ser transformado
Para lograr el sueño de sus padres,
Esto que somos ahora: una personalidad cultivada,
Una reflexiva visión de los actos, esta palabra profética
En una época que vive el futuro
Pero que no acepta al futuro en sus entrañas

Verástegui no encuentra razones para “cesar de escupir estas verdades permanentes”. Se permite amenazar con que todo quedará hecho cenizas “si no logramos vencer la intolerancia”, y sueña con el cuerpo femenino como locus de iniciación, como vehículo hacia las altas esferas. ¿Cabe esperar un discurso más alejado de la retórica sociologista de los 70-80? Ya se entiende entonces que buena parte del velo de incomprensión que ha opacado su poesía tiene que ver con el diferencial ideológico entre sus presupuestos y los de muchos de sus congéneres. Aparte el natural rechazo que ha venido causando el ciudadano Verástegui con sus declaraciones grandilocuentes y sus extravíos mesiánicos.

Sufrí incomprensiones absurdas como garfios
Clavados a mi carne para decirte que amo tu cuerpo


Claro, pues ese amor del cuerpo no es el límite –como sucede con otros creadores-, porque el poeta no vislumbra límite en el ritual de sacrificar los deseos y la razón en aras de una suerte de supranacionalidad apenas susceptible de ser sostenida con un discurso lineal, de naturaleza causal. De ahí que el discurso poético de Verástegui se apoye en la fluidez del lenguaje. No en la lógica discursiva (Watanabe es el genio de este ámbito), ni en la coherencia imaginal (¿debo hablar de Ramírez Ruiz aquí?). Ni siquiera en la lógica onírica de que hablaba Welles. Este discurso se funda sobre la feliz sucesión de las palabras, y por ello tanto se yerra en su comprensión:

Una ciudad que se proyecta no como existir
Sino como irrealidad no contiene esta verdad acumulada suave-
Mente en el pasto
Bajo estos geranios donde unos enamorados se acarician lenta-
Mente: su futuro
Es el presente y una persona real
Ha de florecer como esta luna
En la noche
Sin perder serenidad ni pétalos que han de moverse
-tu destreza dará realidad
A los frutos de tu visión- en la conciencia
Donde el poema adquiere su verdad perdurable y ahora Salave-
Rry parece
Una ribera tranquila sembrada con autos, hospitales
De cáscara verde, cafés con terrazas donde el viento…

El yo poético pasa de la contemplación de una ciudad a la constatación del amor de pareja, y de ahí se proyecta a una consideración abstracta sobre la conciencia y el poema, para finalizar en la visión de una calle específica de Lima. ¿Cómo considerar este bello extravío sino a partir de la felicidad lingüística que precariamente le da consistencia?

Si bien hay en el poema “Leonardo” acumulación de comparaciones –es lo que llamo el vicio mayor de su poesía-, estos cúmulos son mucho más tenues que en el resto del libro (Leonardo, INC, 1988), y menos flagrantes que en otros libros del poeta. Cito un ejemplo del poema “Apariciones en un panel de computador”:

Flores pálidas como el recuerdo de un amor en un aula de la
Universidad.
Chagall está enloquecido como una flor, el tiempo
como este poema son geranios delicados pero en vez de gera-
nios debiera destrozar a lo que me hiere (énfasis mío)


El tema del olvido como elemento purificador, benéfico, es otra persistencia en el poema. El “mundo heredado”, la cultura, pero también el pasado del poeta, volverán a instaurarse, “como por arte de vasos comunicantes”, para ser testimonio de la luz, la vida y los sueños. Porque “yo que no tengo pasado, lo nombro/ y nombro lo pasado que destruyo./ Donde hay olvido acontece la vida”. ¿Será mucho pedir a los comisarios de la razón y el discurso univoco que olviden los excesos del ciudadano Verástegui y se atengan a su feraz poesía? Comprender su obra exige que seamos “una luz arrancada suavemente a la noche/ o a la incomprensión, a todo lo inerme”.

En Lima, a julio 2007

Lo a-natural y lo perverso en Monte de Goce de Enrique Verástegui por Paul Guillén


Si reflexionamos acerca de algunas paradojas de la poesía peruana contemporánea, no podremos olvidar los injustos epítetos que se endilgaron a Monte de goce tras su tardía aparición en 1991. ¿Cuál hubiese sido el calibre de las críticas de publicarse en 1975, fecha en la cual estaba listo para entrar a la imprenta? Este dato no es para nada circunstancial, reparemos en que Verástegui obtuvo la prestigiosa beca Guggenheim en 1976, gracias a una carta de recomendación del poeta mexicano José Emilio Pacheco[1]. En ese sentido, reclamamos un lugar de preferencia, en los estudios de la poesía de Verástegui, para Monte de goce, un libro que asume lo posmoderno desde la perspectiva de la incertidumbre, la duda, la perplejidad, el vacío, la esquizofrenia, el sentido de agotamiento, la mezcla de niveles, de formas y estilos o su yuxtaposición, el gusto por la repetición y la copia, el manejo de estructuras o superficies, la mezcla en un mismo discurso de lo popular y lo culto, la desconfianza en la razón, la modernidad y su pensamiento universalista, su apuesta por el nihilismo, el anarquismo, la contradicción (Guzmán: 337-338). Además, sobre Monte de goce podríamos afirmar algo parecido a lo que aseverara Ricardo Piglia sobre Finnegans Wake de Joyce: Monte de goce es un libro psicótico, porque su textualidad está construida sobre la base de la fragmentación, lo onírico, y, además, se encuentra tasajeado por la imposibilidad de construir con el lenguaje otra cosa que no sea la dispersión. Desde la misma perspectiva, Monte de goce es, también, el libro de la exacerbación sexual y de la exacerbación del pecado:

Monte de goce fue planteado como una investigación del pecado, como una investigación de las perversiones sexuales en Occidente, que debían tener su campo de expresión a través de una exacerbación de la forma cómo estas perversiones se presentaban. Monte de goce está trabajado según una fórmula de Nabokov que era: “el máximo de indecencia con el máximo de elegancia posible”, buscando exacerbar al lector y buscando enfrentarlo a sí mismo (Guillén).

Por un lado, Monte de goce sería “la escritura continua a través de la cual pasan los géneros literarios” (Verástegui 1991: 8) y, también, se constituiría como un libro interdisciplinario (Galindo 2004: 155-165), que puede ser visto tanto como un diario o como una novela posmoderna, y pasar por relato épico o sátira contra la burguesía y sus instituciones (religión, política, economía, cultura) o, tal vez, como la alucinación de una perversidad extrema. Es por eso, que su enunciación se torna, por momentos, esquizofrénica y completamente paranoica, fundamentalmente perversa. Para tal efecto, debemos remarcar tres conceptos claves para organizar nuestra investigación, señaladas en la introducción que el autor hace a su propio libro:

1) El movimiento del erotismo en Monte de goce es polifónico: “una multitud de voces se cruzan y entrecruzan, se atraen y repulsan a la vez, pero enlazándose como en un coro a capella produciendo un rico espectro de tonos” (Verástegui 1991: 8).

2) Monte de goce es una tratado de la experiencia, pero a partir del lector: “pretendo un lector que emprenda su reescritura (…) alguien que por insatisfecho emprenda la experiencia de esta otra forma del infierno que es Monte de goce” (9).

3) “Monte de goce es un libro sin género, aun cuando desarrolla una estructura abierta” (12).

Como vemos los puntos claves que organizan la enunciación poética son los conceptos de polifonía bajtiniana, reescritura barthesiana y estructura abierta de Eco. El semiólogo francés Jacques Fontanille nos explica que la polifonía por definición es “una modalidad enunciativa del conflicto (conflicto ideológico y conflicto de representaciones sociales)” (Zilberberg 2002: 80). El discurso inicial de Hora zero (1970-1973), movimiento poético al cual Verástegui perteneció en una época, intentó trabajar la polifonía de los actores sociales para otorgar a su poesía una interpretación del hombre peruano como ser integral, por lo cual trabajó el poema como una conjunción de narración, ensayo y poesía. En una segunda etapa[2] −que se produce en el intervalo de los años 1972-1975 en el caso de Enrique Verástegui y otros integrantes de Hora zero como Juan Ramírez Ruiz (Vida perpetua, 1978) o José Cerna (Ruda, 1998)− se presta más importancia a la composición espacial, descendiente de Mallarmé, Apollinaire o los concretistas brasileños, pero, sobre todo, con mayor influencia del estructuralismo y la aplicación de las matemáticas a la poesía (llamada “poesía combinatoria”). Es así como este procedimiento se amolda al concepto de Roland Barthes sobre el rol decisivo del lector como modelizador de lectura-escritura, es decir, como un autor potencial, siguiendo la premisa de Lautréamont de que la poesía debe ser hecha por todos, no por uno (recordemos la famosa premisa barthesiana: el comienzo de la escritura es la muerte del autor). Otro aspecto, que nos interesaría remarcar es que el concepto de reescritura propuesto por Barthes se encuentra interrelacionado a una práctica barroca, en el sentido de la repetición, el exceso, el detalle, el fragmento, la inestabilidad, la metamorfosis, el desorden, el caos, la complejidad, la disolución, la distorsión (Calabrese 1989: 12). Por eso, estas combinatorias[3] nos hablarían de un apego a lo formal, a lo estructural, a lo sensual y a la perversión. El tercer punto clave es el concepto de obra abierta (1962) de Umberto Eco[4]. Dicho procedimiento, antecedente de la estética barroca (posmoderna), se puede percibir en la concepción del libro como una amplificación de diferentes variaciones de una obra musical. Además, como se refiere en el prólogo de Monte de goce, de lo que se trata es de la erótica del texto y no del texto de la erótica. Siguiendo a Georges Bataille, “puede decirse del erotismo que es la aprobación de la vida hasta en la muerte”; en tanto, para Verástegui, puede decirse de los alucinógenos y el pecado que son la aprobación de la lucidez hasta en la locura.

Para empezar a revisar el concepto de goce que se despliega en este libro, debemos hacer la distinción entre el placer unido al deseo (principio de realidad) y el goce (principio de muerte). En ese sentido, el placer es decible mientras que el goce es lo indecible. Remito a Lacan: “Lo que hay que reconocer es que el goce como tal está inter-dicto a quien habla, o más aun que no puede ser dicho sino entre líneas”[5]. Por eso, el goce estaría unido a una práctica perversa, toda vez, que el perverso intenta reproducir ese goce a través de la apropiación del deseo del otro (lo gesticula, lo mima):

...los textos de goce son perversos, en tanto, están fuera de toda finalidad imaginable, incluso de la finalidad del placer… el texto de goce es absolutamente intransitivo. Sin embargo, la perversión no es suficiente para definir al goce, es su extremo quien puede hacerlo: extremo siempre desplazado, vacío, móvil, imprevisible. Este extremo garantiza el goce: una perversión a medias se embrolla rápidamente en un juego de finalidades subalternas: prestigio, ostentación, rivalidad, discurso, necesidad de mostrarse, etc. (Barthes 1998: 83-84).

En ese sentido, el goce es tanto satisfacción como sufrimiento, participa por igual de lo eufórico como de lo disfórico. En el texto “Lectura aunque radial alegórica de Norman O. Brown (cf. El cuerpo del amor)” incluido en Monte de goce, se instaura una carencia en el goce Otro, es decir, hay una premisa básica, la cual nos recuerda Jacques-Allain Miller: “el goce se produce en el cuerpo del Uno a través del cuerpo del Otro. Esto viene a decir que, en un cierto sentido, ese goce es siempre autoerótico, siempre autístico... pero, al mismo tiempo, siempre aloerótico, porque siempre incluye al Otro” (Miller 1998ª: 74). De esa manera, en Monte de goce el goce estaría mediatizado por la tecnología (cámaras fotográficas, grabadoras, filmadoras, la máquina de clítoris, máquinas seriales, etcétera) y por la exacerbación de las percepciones vía la droga; pero, en tanto, el sujeto (el de Verástegui y el de Miller) reconoce que su propio goce incluye el cuerpo del otro, sabe que ese otro no puede comunicarse con él, pues no se traduce por intermedio de la palabra. Hay una incomunicabilidad entre el yo y el otro, que coloca al cuerpo irremediablemente en su dispersión, en su soledad y neurastenia dentro de la vida moderna: “existes sólo porque eres un trozo de lenguaje, una caligrafía, manchando este papel” (Verástegui 1991: 59).

Por otra parte, en Monte de goce interactúa el concepto “escritura fálica”, que está ligado a los procesos psicóticos. Este tipo particular de escritura no reconoce la figura del padre. De un cotejo textual minucioso de los poemas de Enrique Verástegui se desprende que su poesía no tiene figura paterna[6]. Este locutor, a la vez psicótico, esquizofrénico y perverso, no ha pasado por la metáfora paterna; en ese sentido, no tiene ideal, lo que le interesa es ser el falo, mostrar su poder, aunque sea con un desplazamiento de su mirada hacia el fetiche, o como diría Norma O. Brown:

…los héroes errantes son héroes fálicos, en un permanente estado de erección; erguidos como la llanura. La palabra coito representa la sexualidad genital como el acto de caminar; pero la inversa también es válida: todo acto de caminar; o de vagar por el laberinto, es genital-sexual. Todo movimiento es fálico, todo comercio carnal. Hermes, el falo, es del dios de los caminos, de las puertas, de todas las entradas y salidas; todos los sucesos[7].

En el sentido del fetichismo, Monte de goce concibe a la mujer como fragmentación de un cuerpo. La mujer nunca es asumida como totalidad, es no genérica, no-todo. Su figura está desarrollada en torno a sus partes. Incluso se propone la función del cuerpo como un signo compuesto por:

1) signos femeninos: vulva, senos;
2) signo masculino: falo; y
3) signos neutros: nalgas, lengua y dedos.

Si recordamos el texto “Lectura aunque radial alegórica de Norman O. Brown (cf. El cuerpo del amor)”, en el que se produce el relato distorsionado −por el influjo de la droga− de la interacción entre una estudiante-modelo (Twiggy) y un pintor-fotógrafo (Velásquez), vemos que ella es fotografiada-pintada desde ángulos obtusos, oblicuamente capturada entre una multitud; además, la droga actúa sobre los dos: pintor & partenaire, “drogados, arrechos, cuerpos enlazados a través de la función social de cada uno (fotógrafo / modelo)” (Verástegui 1991: 34). Asimismo, podemos darnos cuenta que la imagen de la mujer es asumida como la representación de partes que aparecen en el espacio de la enunciación como fetiches: “el sujeto perverso remite al otro imaginariamente su alienación, pero a costa (y hay que dar todo su peso a esta expresión) de una identificación con un objeto cuya consistencia de fetiche adquiere diversas modalidades en función del goce que está en juego” (Berenguer).

Otro punto importante de Monte de goce es que nunca se hace distinción entre el falo y el pene, pues el pene es real y el falo es ideal. Entender el falo únicamente como pene es una equivalencia psicótica, porque no se accede a lo simbólico; en cambio, el neurótico si hace la distinción. El psicótico se sitúa en una fase anterior preedípica, no pasa por el complejo de Edipo, es decir, no hace diferencia de sexo; en tanto que el perverso homologa el pene y el falo, pues no tiene ideal. A su vez, en este libro se toma a las palabras como cosas y no como signos, es decir, se trata a lo simbólico (el lenguaje) como real. Considerar a las palabras como cosas y no como signos nos habla de la preeminencia y la utilización de un lenguaje esquizofrénico:

arrojado de un lugar arrojado de otro arrojado arrojado
muchísimo miedo / siempre con miedo
(…)
et dolor de cabeza—
et riéndote a solas—
et conversando a solas—
tu cabeza golpeando en pared—
(…)
triste triste triste triste
& miedo mucho miedo mucho miedo mucho miedo
nadie nadie nadie nadie nadie nadie nadie nadie nadie
nada nada nada nada nada nada nada nada
sa am boo / sa am boo / sa am boo / sa am boo / sa am boo
aaaaaaaaaaaaaaaaaafffff!!!
¡zas! ¡zas! ¡zas!

(Verástegui 1991: 161)


Finalmente, podemos afirmar que en Monte de goce la sexualidad con relación al goce y la perversión se encuentra configurada como una sexualidad que rechaza lo natural; es decir, este libro propone una sexualidad a-natural. En ese sentido, y siguiendo a Barthes, la modernidad pretende resistir a la sexualidad normal mediante la perversión, al signo mediante la exclusión del sentido y la locura. Es consecuente y claro que el recorrido de Monte de goce sea tratar de reproducir el goce que solo puede gesticular un perverso.


Obras citadas

BARTHES, Roland.
1998 El placer del texto seguido por Lección inaugural. México: Siglo XXI.

BERENGUER, Enric.
s/f “El reto de la perversión”. En: Ornicar? (www.ornicar.org).

CALABRESE, Omar.
1989 La era neobarroca. Madrid: Cátedra.

ECO, Umberto.
1979 Obra abierta. Barcelona: Ariel.

GALINDO V, Oscar.
2004 “Interdisciplinariedades en las poesías chilena e hispanoamericana actuales”. En: Estudios filológicos, número 39. Valdivia, setiembre. p. 155-165.

GUILLÉN, Paul.
2007 “Un cuerpo bien proporcionado es la imagen del universo: un diálogo con Enrique Verástegui”. En: Sol negro (http://sol-negro.blogspot.com/2007/02/un-cuerpo-bien-proporcionado-es-la.html)

GUZMÁN, Edgar.
2002 “El postmodernismo”. En: Existencia y realidad (Tomo II). Arequipa: UNSA.

HERREROS, Gerardo H.
1999 “La esquizofrenia en el psicoanálisis actual de orientación lacaniana”. En: Acheronta, número 9. Julio. (www.acheronta.org)

LACAN, Jacques.
1991 El Seminario. Libro 20. Aun. 1972-1973. (1ª reimpresión argentina). Buenos Aires: Paidós.

LACAN, Jacques y Wladimir GRANOFF.
2002 “Fetichismo: lo simbólico, lo imaginario y lo real”. Traducción desde el inglés de Leonel Sánchez Trapani. En: Acheronta, número 15. Julio. (www.acheronta.org)

MILLER, Jacques-Alain.
1998a El hueso de un análisis. Buenos Aires: Tres Haches.
1998b Los signos del goce. Buenos Aires: Paidós.

RAMÍREZ RUIZ, Juan.
1971 “Poesía integral / Primeros apuntes sobre la Estética del Movimiento Hora zero”. En: Un par de vueltas por la realidad. Lima: Ediciones del Movimiento Hora zero.

VERÁSTEGUI, Enrique.
1991 Monte de goce. Lima: Jaime Campodónico editor. (Prefacio, postdata y postfacio de Enrique Verástegui)

ZILBERBERG, Claude (editor).
2002 Semiótica del valor. México: Seminario de Estudios de la Significación. Tópicos del Seminario, número 8, diciembre.


NOTAS

[1] El propio Enrique Verástegui en una comunicación personal comenta que presentó como avance de escritura para la obtención de la beca Guggenheim los textos “Dibuxo del venerable varón F. J. de la C.” y “Penelopea de Itaca pasó por Lima”, ambos textos conformarían la primera parte de Monte de goce.

[2] Enrique Verástegui solo dejó de pertenecer al movimiento Hora zero entre los años 1973-1975 cuando se dedicó al estudio del estructuralismo junto a José Cerna y Santiago López Maguiña.

[3] Confróntese ellas con el empleo del sistema dodecafónico en el texto “Lectura-Sensual-Arquitectura” de Monte de goce.

[4] El concepto de obra abierta fue formulado, algunos años antes que Eco, por Haroldo de Campos en su ensayo “A obra de arte aberta” de 1955.

[5] Citado en Barthes, pág. 35.

[6] Nos referimos en específico al ciclo de la Ética (1974-1994) conformado por cuatro volúmenes: Monte de Goce (o del pecado); Taki onqoy (o de la redención); Angelus novus (o de la virtud) y Albus (o de la gnosis).

[7] Citado por Enrique Verástegui en Apología pro totalidad. Ensayo sobre Stephen Hawking. Lima: Biblioteca Nacional del Perú, 2001. p. 74.


Publicado originalmente en Casa de citas, número 4. Lima, mayo de 2007. p 35-39.

LA INIFINITA APERTURA DE LA RAZÓN


El seminario LA INIFINITA APERTURA DE LA RAZÓN, organizado por la UNIVERSIDAD CATÓLICA SEDES SAPIENTIAE, se realizará del 2 al 4 de agosto en la ASAMBLEA NACIONAL DE RECTORES, y contará, además, con la participación del Dr. FRANCISCO MIRÓ QUESADA.


BIO:

Evandro Agazzi, nació en Bérgamo (Italia). Estudió Filosofía en la Universidad Católica de Milán y Física en la Universidad Estatal de la misma ciudad; luego realizó estudios de postgrado e investigación en la Universidad de Oxford, Marburg y Münster. Obtuvo la venia legendi en Filosofía de la Ciencia (1963) y en Lógica de la Matemática (1966). Realizó trabajos como profesor en el Departamento de Matemáticas de la Universidad de Génova, en la Escuela Normal Superior de Pisa y en la Universidad Católica de Milán. Desde 1970 es profesor ordinario de Filosofía de la Ciencia en la Universidad de Génova y desde 1979 tiene la cátedra de Antropología Filosófica, Filosofía de la Ciencia y Filosofía de la Naturaleza en la Universidad de Friburgo, en Suiza. Ha sido profesor invitado en la universidad de Berna, Ginebra, Düsseldorf, San Petersburgo y Stanford. Es Doctor Honoris Causa en la Universidad de Córdoba (Argentina). Ha presidido numerosas asociaciones filosóficas nacionales e internacionales: Sociedad Filosófica Italiana, Sociedad Italiana de Lógica y Filosofía de la Ciencia, Sociedad Suiza de Lógica y Filosofía de la Ciencia, Federación Internacional de la Sociedad Filosófica; y ha desempeñado funciones directivas en muchas otras. Actualmente es presidente de la Academia Internacional de Filosofía de las Ciencias y del Instituto Internacional de Filosofía y miembro del Comité Nacional Italiano de Bioética.


OBRAS:

Es autor de numerosos libros de lógica y de filosofía de la ciencia, además, ha escrito cerca de quinientos artículos; ha participado en varios congresos y publicaciones colectivas, enciclopedias, diccionarios, revistas especializadas. Entre sus libros podemos mencionar: Introducción a los problemas de la axiomática, La lógica simbólica, Temas y problemas de la filosofía de la física, Filosofía, ciencia y verdad; El bien, el mal, la ciencia; Filosofía de la naturaleza, Ciencia y cosmología, El problema del reduccionismo en la ciencia, Bioética y persona, El tiempo de la ciencia y de la filosofía, Filosofía y matemáticas ahora.


PENSAMIENTO:

Las áreas en las cuales Agazzi se ha dedicado son la filosofía general de la ciencia, la filosofía de algunas ciencias particulares (matemáticas, física, ciencias sociales, psicología), lógica, teorías de los sistemas, ética de la ciencia, bioética. historia de la ciencia, filosofía del lenguaje, metafísica antropológica filosófica, pedagogía. Actualmente sus investigaciones examinan la caracterización de la objetividad científica y la defensa de un “realismo científico” basado sobre una profundización de las nociones de referencia y de verdad, con las relativas implicaciones de tipo ontológico. También profundiza el concepto de persona y las variadas consecuencias que de ella derivan, en particular del campo de la bioética.

http://www.ucss.edu.pe/seminario/htm/infinita_apertura.htm

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miércoles, 25 de julio de 2007

Persistencia vital de Noble Katerba


Casi después de 20 años de la irrupción de los poetas del 70, un grupo de jóvenes se reunían con la sola convicción de desarrollar una práctica literaria de la forma más libre y personal posible. Fue para ellos la época de la desilusión social, de la aversión a los cargos estudiantiles, de los acercamientos a la música trova, de las lecturas surrealistas, etc.

Los tres grupos que para entonces existían en la Universidad Villarreal: Neo-Babel, Estigma y Mural, fueron desbordándose a tal punto que la fusión fue inevitable. Dando origen, a inicios del año 90, a la agrupación poética Noble Katerba.

La etapa primera de constitución de sus agrupaciones constituyó para ellos una especie de talleres de aprendizaje a través del cual compartieron no sólo lecturas sino acepción de mundo y de arte, sin perder nunca la noción de que el acto poético era un acto estrictamente personal y solitario.

Concientes de haber superado una primera etapa se confluyeron a la idea de una agrupación mayor. Así la hermandad que se había creado en pequeñas cofradías tuvo que romperse para admitir una mayor diversidad de pensamiento y de creación. Cedieron terreno a la idea de una conciencia de grupo, de un sistema de fuerzas en acción para lograr generar sus propias representaciones: recuerdos, sentimientos, creencias, aspiraciones, diferencias, juicios de valor, los cuales eran explicables sólo por el agrupamiento de sus individuos.

Como grupo, Noble Katerba, se preocupó por evadir las ilusiones y falsedades que la generación traía consigo: la generalización indiferenciada, la ideologización, la futilidad del lenguaje, el estridentismo, la figuración, el mesianismo, los gestos retóricos, etc. Octavio Paz reclamaba la necesidad de que cada generación deba crear su propio lenguaje, así lo entendieron, apostaron por algo más racional, algo más suyo, enfrentaron la creación literaria de la forma más consecuente con su percepción de mundo, aspiraron con su arte a reproducir fielmente, en un lenguaje formal, al hombre de hoy como diría Goethe.

Creemos que en Noble Katerba confluyeron personas precisas en el momento preciso para compartir experiencias tan distintas y comunes a la vez. Así vemos agruparse a Johnny Barbieri, Leoncio Luque, Valentín Parco y José Gamboa del grupo Neo Babel, Manuel Cadenas, Alan Morales y Rodrigo Manrique del grupo Estigma, Roxana Crisólogo, Iván Segura, Gonzalo Málaga, Raquel Álvarez, Armando Agüero, Milagros Lazo y Teddy Panitz del grupo Mural y Pedro Perales que se sumaba después de una experiencia personal en la dirección de una revista cultural.

Esta antología, esperada muchos años, agrupa trabajos de algunos de ellos, textos de casi veinte años de trabajo continuo y apasionado. Existen poemas recogidos de una primera etapa y poemas mucho más recientes, a fin de presentar un panorama amplio en el proceso de creación que han tenido nuestros poetas. Esta primera antología estamos seguros constituirá la muestra más significativa de una generación que se sumió a vivir de la forma más libre y desenfadada en su bella e incomprensible desilusión.


Los editores

martes, 24 de julio de 2007

De un silencio ajeno: Sobre Las falsas actitudes del agua de Andrea Cabel por Héctor Hernández Montecinos


Nuestro continente nuevamente vuelve a mirarse a sí mismo como un motor neurálgico de la cuestión poética, no desde una vanidad canónica ni de una soberbia academicista, sino que del propio quiebre y la celebración del fragmento que algunos llamamos ruina, porque justamente si algo podemos apreciar es el aura de esas ruinas en esta catástrofe global. No sólo se habla de literatura, sino que de ecologías humanas, accesos al bienestar civil y social, igualdad de derechos, etc, pues desde estas ruinas es de donde nace el contexto, la pregunta y la contingencia por el valor de la poesía en el actual sistema mundial, y más en específico, en nuestros países latinoamericanos. Estos intersticios en los discursos hallan su correspondencia en las fracturas de los cuerpos y los límites de los territorios que conforman a las subjetividades. Y es desde este triple anclaje, discursos, cuerpos y territorios, que tal vez se llegue a una respuesta mucho más profunda de una pregunta que aún no se ha inventado, y esa pregunta no puede sino venir desde la propia poesía, que a la vez es contraseña y realización.

Esta nueva edición, que incluye unos inéditos, de Las falsas actitudes del agua de Andrea Cabel es un nuevo aire a la poesía latinoamericana escrita por jóvenes, pues esta obra se desliza entre los géneros con sorprendente sutileza, es decir, brilla cuando crea contextos narrativos, reluce en la construcción dramática de su palabra, y su versificación sobria pero proliferante hacen de este, su primer libro, una de las interesantes e imperdibles lecturas de la más nueva poesía peruana. Sin duda, es uno de los debuts literarios más auspiciosos, más seguros y con menos miedo al enemigo número uno de la poesía: el qué van a decir de mí; es por eso que Carlos Germán Belli no se equivoca al señalar que Cabel se enseñorea de un estilo propio, pues justamente tiene que ver con la belleza de su honestidad, el preciosismo de su registro y por, sobretodo, darle la voz a un corpus-cuerpo que ha sido silenciado y cercado por los pantalones de la poesía.

El primer capítulo homónimo al título del libro construye un juego de espejos donde la subjetividad escribiente metamorfosea su propia desaparición y se escabulle de la tinta obsesionada en demarcar una palabra sobre la página en blanco. No hay voz sino eco, no hay rostro sino máscara, no hay tiempo sino caídas, no hay pasado sino intuición. Cito:

la salud como aspaviento de leche y petróleo,
la infancia socavando lo repentino, las velas, las luces,
el humo de la cocina y la estrella fija en el cielo

“Fruta partida” es el siguiente capítulo en donde este cuerpo vegetal deviene átomo, deviene semilla, es decir hace un pliegue con su origen como emergencia de un porvenir, del mismo modo que el poema en sí anuncia el inicio de su final. Entonces esta célula primigenia es a la vez el propio mundo que se parte en los hemisferios que posee el recuerdo, al igual que los versos cortados no por el aire sino que por esas líneas diagonales que parecieran brillar en su filo. Esta serie de textos pasan como una serie de fotogramas que mezclan varios personajes distinguibles por sus deseos nómades y por la lucha de sacarse de encima un destino escrito por otros, de tal modo como las letras de un alfabeto se mezclan promiscuamente para convertirse en palabras. Cito:

o
(...)

... luego de la graduación, salvador y yo/ éramos plato servido
/ e insólitos juguetes/ materias imperceptibles de piel roja./
dientes y culpa/ ambos buscando tus pechos y queriendo, /
volver sin traje, / sin árbol derribado y morado tras las alas.

La tercera sección es “Todas las mujeres han sido tú” en donde las transversales de los capítulos anteriores se retoman con fuerza y este juego de máscaras sin rostros y la trashumancia del relato materializan a estos cuerpos-mujeres que cuestionan su aparición mediante su propia existencia, pues en ellos la percepción no sólo es producto de los sentidos, sino que también de una sensitividad y sensibilidad que bordea la noción de lo otro, sabiendo y asumiendo que la alteridad es decir esto es como yo. Los nombres de estas mujeres son las nominaciones de fragmentos, conceptos, rememoranzas de todos los cuerpos en su momento extático, pues por un lado se anula su temporalidad y por otro su agenciamiento perfila una política y un cielo donde cada cuerpo es celeste, es rotación y traslación, pero también es gravedad. Cito:

Techo sembrado de lluvia con raíces gigantes, y sondas verdes
sujetando la bomba que naufraga inmóvil

El conjunto de textos que se anexan a esta segunda edición deambula por cierta animalidad somática en que la voz-susurro-grito pareciera releer el libro por completo, pues torna monstruoso lo que antes era sereno, y pone en duda la propia necesidad de los espejos. El texto “puercoespín” es clave en este somero recuento de lectura de Las falsas actitudes del agua, pues aquí se concentra cada uno de los vectores y materialidades que los poemas trabajan en su construcción de término material y simbólico. La tensión, el deseo, la angustia, lo ominoso y la delicada narratividad del libro decantan y logran ser un aleph de una poética arriesgada, contundente, honesta y política, porque en este momento histórico la autenticidad y la poesía siguen siendo una microrevolución, una contrareforma o una ecosofía que ni la moral, ni las economías, ni los mercados podrán engullir tan fácilmente, porque la poesía sigue siendo una opción de libertad y creatividad al amparo de la necesidad y del coraje como maravillosamente Andrea Cabel ha logrado poner en escena en este libro, sin aspavientos ni panfletos.

La poeta ha logrado desterritorializar una voz y convertir el silencio ajeno en un suave pero vital aire que refresca y oxigena los polvorientos discursos del testimonio, la lucha y la metaliteratura, porque de algún modo todo cuerpo ajeno es el propio cuerpo, y el corpus colectivo de algo que hoy se está escribiendo en Latinoamérica y que sólo mañana podremos leer como un sueño roto o como un desencanto luminoso e imperecedero. Para terminar:

dijiste que te gustaba la carne con espinas. que era tu vida el caminar de lado, ser blanca como las angostas calles de tu casa, y brillar en silencio como las estrellas del techo que se te cae todas las noches. yo soy un animal que se amolda a tu cama, repleto de espinas. lleno de cercos y púas. soy la mortaja que en tu vientre se revuelca pidiéndote madre.

la mujer que en tu mente me reta, soy yo, vestida de lana por el invierno, escondiendo las púas para no asustarte y cantando en voz baja, la canción de cuna de los niños que tienen frío. una burbuja rosada se cuela entre tus ojos que miran al techo del piso ocho

y solloza.

domingo, 22 de julio de 2007

Homenaje a Pablo Guevara

De viaje por Europa a mediados de los años 50, el pintor Espinoza Dueñas, Wáshington Delgado y Pablo Guevara. Fuente: Gaceta del INC

Pablo Guevara, (1930-2006). Estudió en las Universidades de San Marcos y Católica de Lima, graduándose en letras. Su vínculo con el cine comienza con su participación en el Cine Club de Lima en los años 50. Luego se vincula al equipo de la revista Hablemos de Cine en la que publica textos sobre directores, movimientos fílmicos y películas. Su primer corto personal es Semilla (1969). Más adelante realiza Periódico de ayer (1979), producido por Inca Films, que se convierte en su cinta más conocida.

El Festival de Lima. 11 Encuentro Latinoamericano de Cine le rendirá homenaje con la proyección de Semilla / Periódico de ayer el día domingo 5 de agosto de 2007. Lugar: Sala azul del Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Hora: 5:15 p.m.

Entradas a la venta desde el domingo 22 de julio de 2007 en la Boletería del CCPUCP (Av. Camino Real 1075, San Isidro) de 9 a.m. a 9 p.m. y Cadena Cineplanet.

A propósito de los Poemas de Filadelfia de Sandro Chiri por Ángel Esteban


Sandro Chiri. Poemas de Filadelfia / Philadelphia Poems (edición bilingüe). Lima: Alberto Chiri Editor, 2006. Traducción al inglés de Raymond McConnie. Fotografías de Robert Dewey.

El poeta peruano Sandro Chiri (Callao, 1958), autor de Poemas de Filadelfia —poemario reseñado en esta oportunidad por el docente español Ángel Esteban—, dirige la revista literaria La Casa de Cartón. Ha ejercido la docencia universitaria en la Universidad de San Marcos de Lima (1989-2004), labor que continúa pero en las aulas de Temple University (Filadelfia). Es autor de los poemarios El libro del mal amor (1989), Y si después de tantas palabras (1992), Viñetas (2004) y Poemas de Filadelfia (2006, edición bilingüe). Ha publicado en coautoría las selecciones Cuento peruano contemporáneo (1991), Narrativa de vanguardia en el Perú (1994) y El cuento en San Marcos (2000).

Conocí al poeta peruano Sandro Chiri en un bar de Filadelfia, tomando una cerveza después de una conferencia en Temple University, entre Broad Street y Cecil B. Moore. Brindamos por la poesía, por Ribeyro, por la literatura latinoamericana. Desde entonces, siempre que nos juntamos, volvemos a brindar con una lata de las de medio litro, para que la poesía menudee en nuestras vidas con la alegría de quien estrena zapatos nuevos. Por eso, estas palabras son una celebración más, chinchín incluido, porque la poesía sigue viva y se mantiene en forma exquisita. El lector que se acerque a estos versos podrá corroborar que la experiencia, toda experiencia humana, es susceptible de reconducirse hacia el tamiz del arte, de la sensibilidad, de la magia de la palabra. Una ciudad colosal aparece en nuestros ojos embellecida por los ojos de quien la contempla de un modo diferente.

Filadelfia no es una urbe vulgar. Hay quien dice que se está convirtiendo en una sucursal de Nueva York. Efectivamente. En la Gran Manzana ya sólo se puede crecer hacia arriba, porque sus contornos son bastante concretos y su espacio absolutamente limitado. Pero a dos horas hacia el sur, en un enclave espectacular, cerca de Baltimore, de Washington, de las grandes universidades del este norteamericano, y provista de un puerto colosal y un aeropuerto más que considerable, Filadelfia es sumamente atractiva, por la heterogeneidad de sus habitantes, la amplia vida cultural, la belleza de sus barrios antiguos. El extranjero que la visita de soslayo apenas puede darse cuenta, pero el que permanece meses o incluso años, no puede evitar el canto de sirenas de sus calles, sus museos, bares, restaurantes, recintos universitarios, autopistas interiores. Por eso, estos Poemas de Filadelfia / Philadelphia Poems (que incluye la brillante versión en inglés de Raymond McConnie y 16 impresionantes fotografías de la ciudad tomadas por Robert Dewey) resultan impactantes para el que no ha pisado dicha urbe, pero también altamente evocadores para quien conoce los barrios, ha entrado a las tiendas, ha llamado desde sus cabinas, aparcado en sus aceras, paseado por la South un sábado por la noche, jugado con la nieve del parque Malcolm X en la Larchwood, en el West Philly.

La vida es un continuo desplazamiento, a veces local, a veces sentimental, a veces moral. Por eso, lo mejor es saberlo y tener las alforjas siempre preparadas. Este poemario supone la consciencia del carácter contingente, carencial, efímero y provisional de la existencia, pero también de la necesidad de un centro y un espíritu especulativo. La cita inicial de Frost (“Ahora me voy afuera caminando / el desierto del mundo, / y mis zapatos y mis medias / no me molestan”) declara el sentido errático y transterrado del texto: un peruano en Filadelfia que saca lo mejor que puede de cada lugar y trata de aprovechar lo que las circunstancias le ofrecen. Por eso, cuando se dirige al amigo, que puede encontrarse en una situación similar, le declara: “Estos versos son tuyos. / Quiero que te alegren / El camino, que te hagan / Pensar que la vida vale la pena”.

Y así van pasando por los poemas escenas de la historia literaria y social de los Estados Unidos, entremezclándose con los recuerdos de la propia historia del poeta en su país natal. Caras, personas, situaciones, colores, lugares, se dan cita en los versos para completar el itinerario vital del poeta: la casa de Whitman, la de Poe, las vidas de anónimos pobladores de los noticiarios americanos, las calles más relevantes de la ciudad y, cómo no, los recuerdos de los seres queridos y los lugares que aguantan en Lima el peso de la ausencia. La nostalgia aquí nunca es inútil o plañidera, sino más bien perspicaz y maestra. Así, la fiesta de los quince años de una hija, a la que obviamente no pudo asistir, no se convierte en tragedia sino en constatación de lo que se es: la niña quizá madure descubriendo que los adultos conservan siempre el espectro de la niñez, y de ese modo el padre puede asumir la lejanía con los mejores bríos.

En ocasiones, sin embargo, esa distancia parece producir estragos. Algunos de los mejores versos del poemario meten el dedo en la llaga: los esfuerzos por asumir que los zapatos y las medias no molestan parecen insuficientes, cuando la evidente realidad lanza, impasible, sus flechas:

Yo tengo una ventana en
West Philly como quien guarda
Una quimera o un sueño.
Pero que quede claro:
Por esta ventana no entra el sol
Ni menos hazañas memorables,
Sólo preguntas y el Pasado,
Sólo tu nombre como una cicatriz en el aire.

Estupenda imagen la del último verso. A veces el aire se llena de cicatrices que oscurecen el ambiente. Por esa ventana de la calle 48 de West Philly, y en el apartamento de Sandro, también me asomé yo algunas veces, pero siempre con la lata de medio litro en la mano. Así barnizábamos de vez en cuando las muescas inevitables. Hablábamos nuestro idioma, que no sólo es el español; es también el de la poesía y el de la amistad. Nos refugiábamos del frío de diciembre y hacíamos proyectos, nos enfundábamos sin dolor las botas y los calcetines y pensábamos en el futuro, borrachos de esperanza.

Muy bien lo explican los versos de uno de sus mejores poemas, “Remember to lock the door”: “Libre está el camino. // Somos jóvenes / a pesar de las canas / y las deudas”.

Tomado de http://www.letralia.com

Los Juegos de la Condesa

Performance "Los Juegos de la Condesa" realizada en la presentación del libro "Para tenerlos bajo llave" de Carlos Carrillo, llevada a cabo en Templario Bar el 21 de junio del 2007

Las falsas actitudes del agua de Andrea Cabel y Arte de nariz de Miguel Ángel Malpartida


Editora Mesa Redonda y librerías Crisol tienen el agrado de invitarle a a la presentación de los poemarios Las falsas actitudes del agua de Andrea Cabel y Arte de nariz de Miguel Ángel Malpartida con los que se da inicio a la serie Taquicardia.

Los comentarios estarán a cargo de Arturo Corcuera y Marco Martos. Lugar: Feria del Libro, Jockey Plaza, Sala César Vallejo. Fecha: Martes 24 de julio de 2007. Hora: 8:15 p.m.

Estruendo mudo en la Feria del libro

sábado, 21 de julio de 2007

Segunda mano de Héctor Hernández Montecinos


HÉCTOR HERNÁNDEZ MONTECINOS (Santiago, Chile, 1979). Licenciado en Literatura. Doctor © en Filosofía mención Teoría del Arte. Ha escrito en poesía No! (2001), Este libro se llama como el que yo una vez escribí (2002) y El barro lírico de los mundos interiores más oscuros que la luz (2003), los cuales aparecen reunidos en [guión] (Santiago: LOM, 2007), que es el libro hermano de [coma] (Santiago: MANTRA editorial, 2006; 2º edición, Sao Paulo: Amauta editorial, traducida al portugués, en prensa) que reúne su trabajo poético del 2004 a la fecha. Además se han publicado varias selecciones y antologías de su extensa obra como Putamadre (Lima: Zignos, 2005), Ay de mí (Stgo: Ripio ediciones, 2006), Segunda mano (Lima: Zignos, 2007), y La Poesía Chilena soy yo (Cochabamba: Mandrágora editorial, 2007). Ha sido becario del Consejo Nacional del Libro y la Lectura como ensayista (2003) y como poeta (2006), del FONDART para realizar su doctorado (2004 y 2005), de la Fundación Pablo Neruda (2005) y de la Fundación Andes (2005). Textos suyos aparecen en diversas antologías y revistas en Latinoamérica, EEUU y España. Algunos han sido traducidos al alemán, portugués, inglés, francés, catalán y vasco. Ha sido invitado a presentar sus libros y lecturas públicas en Alemania, Argentina, Brasil, Chile, México y Perú. Escribe regularmente sobre literatura, subjetividad, cultura, arte y género en diversas publicaciones nacionales y páginas web, por los que ha participado en varios coloquios internacionales sobre dichos temas. Su trabajo poético se ha cruzado con música, fotografía, instalaciones y diversas realizaciones audiovisuales. Ha dirigido varios proyectos editoriales, hace performances y acciones de arte, collages en papel, ilustraciones, guiones y obras de teatro en pequeño formato. Es el director general de los encuentros de poetas latinoamericanos en Santiago de Chile “Poquita Fe” (2004 y 2006).


Héctor Hernández Montecinos es uno de los autores menos representativos no sólo en su país natal, Chile, sino en todas las aldeas de habla castellana. No estamos ante un poeta, que valiéndose de efectismos, nos proponga un discurso novedoso. Por el contrario, basado en un conocimiento de la tradición, de las tradiciones de la poesía universal, articula un discurso en el que transforma las lecturas en reescrituras y, a través de ellas, gesta otro decir. En el trabajo de Hernández Montecinos, poseedor de una singular conciencia de la significación de obra, asistimos a un replanteamiento de conceptos con los que arrebata la P mayúscula a la Poesía de salones para darle la vuelta y contaminar con su esencia crítica y voraz los diversos estadios de la realidad. Si Putamadre para muchos de nosotros, sus lectores, constituyó un libro perturbador y deslumbrante, ahora, a través de Segunda mano, radicaliza su idea particular de lo poético desarrollando una escritura que se muestra a todas luces fundamental para acceder a una real comprensión de la poesía en los albores de este nuevo siglo.

MAURIZIO MEDO


El poeta no tiene que tratar de convencernos de que a su escrito lo habita la vida; vivacidad sí tiene, pero allí se amontona la muerte, una puntilla cineraria. La lectura (¿de alguien, de nadie?) alimenta una vida en la muerte – el libro roba vida al lector, para devolverle muerte, o por lo menos la suspensión de la vida, un freeze donde no nos moviéramos por segundos o siglos, para retomar, después, el movimiento y la conversación. Destila en el lector una muerte en vida, la parálisis de un veneno. Todo está muerto: el descarrilamiento, el montaje, lo que ofrece y lo que no ofrece alguien desde su fondo descalificado de odio, desde el cuerpo vivo, que dispone los gajes de la muerte, esa integridad de la disgregación. Si se desagrega, arriesga todo: incluso que lo sazonen, lo hiervan y se lo coman, sin saber bien lo que están comiendo. Ese arrojo convierte esta escritura en poesía, porque dispone de muchos juegos, se expone, y deja todo allí, sin intentar en particular defenderse. El poeta está muerto; viva el poder atómico que estalla en cadena, los efectos cargantes de paradoja. Deja todo allí: una pasión del amontonamiento, un desamor amor. El afecto no está dicho: ojos muertos sobre una lengua muerta. Salvo que “los ojos no son para leer, sino para iluminar lo que se lee.”

ROBERTO ECHAVARREN


120 páginas - Valor: S/. 20.00 - Pedidos: editorialzignos@yahoo.es / editorialzignos@gmail.com

Muestra Individual La Sonrisa del Ekeko


Con la conquista española aparece el comercio y con él, las nociones de abundancia y riqueza, ajenas a la cultura colectivista del incario. Por consiguiente surgen también las carencias y necesidades. Es en este contexto que nace el Ekeko, un dios aymara, regordete y sonriente, encargado de hacer diferente la nueva vida obligada del indígena.

Hoy a comienzos del siglo veintiuno en el Perú del banco de oro, de la tierra prometida nunca cumplida, soñar no cuesta nada. Tal parece que es lo único que nos queda, soñar o morir. Y como país sincrético, andino, migrante y de fiesta, parece obvio buscar respuestas y soluciones en el Ekeko. Y el Perú sueña sincretismo, religión pagana y TV color.

La sonrisa del Ekeko plantea una crítica a este Perú del nuevo milenio desde los sueños de la gente. Soñamos en tanto carecemos y necesitamos. La figura del Ekeko, en el proyecto, es un pretexto para explorar temas genérales y específicos, hasta ahora no resueltos en nuestra vida como nación. Los desaparecidos de la violencia política, la fuga de peruanos al extranjero, el patriotismo vacío, las desigualdades sociales, son algunos de los temas tratados.

La sonrisa del Ekeko, serie de escultura y pintura, plantea problemas, esboza soluciones, se cuelga del artificio de la tradición mágico religiosa de nuestro país, para presentar un discurso de crítica social. Los seis cuadros sirven como marco contextual a los nueve neo-ekekos que constituyen el corpus central del proyecto. En La sonrisa del Ekeko, éste pierde sus elementos tradicionales o por ratos su pose peculiar, conserva sus rasgos típicos, sigue siendo regordete pero se transfigura. La alasita, miniatura que promete el sueño verdadero, cambia, se reinventa la imagen del dios de la abundancia para explorar, al fin de cuentas, nuestra experiencia y futuro como nación.

Sarita Cartonera presenta la serie Ensayo El bandido doblemente armado

Luis Millones

Sábado 21de julio, 8:30 p.m. Sala José María Arguedas.
XII Feria Internacional del Libro
Participan: Víctor Vich - Luis Millones

Sarita Cartonera inicia hoy una serie dedicada a la reflexión sobre nuestra actualidad –desde lo local hasta lo global–, con un punto de vista que mantiene sus publicaciones en un lenguaje accesible y claro.

Lejos del libro academicista, la serie Ensayo de Sarita Cartonera se ha planteado el abordaje de los temas más presentes en la conformación contemporánea de la sociedad peruana, latinoamericana y mundial, con la perspectiva de ofrecer al lector argumentos inteligentes, producto de la investigación y la reflexión rigurosas, pero con la maestría de quien sabe plantear estos temas para disfrutar el conocimiento, hacer divulgación y provocar el debate.

La serie se inicia con tres textos que circulan alrededor de la formación de un nuevo imaginario colectivo en el Perú, producto del reconocimiento conflictivo de nuestra herencia milenaria y, al mismo tiempo, de la observación lúcida de nuestra realidad. Una nueva fisonomía, una pluralidad de facetas, como una hidra moderna, se impone en el rostro nacional para que la mirada de Luis Millones, Víctor Vich y Zein Zorrilla, la aborden desde perspectivas novedosas y sorprendentes, tratando de seguir el derrotero de un desarrollo mucho más autónomo y heterogéneo que lo que desearían los poderes económicos y políticos institucionales.

El lugar de la música popular en estos tres textos indica el papel de ese arte que es expresión de la mentalidad y el carácter de la cultura nacional. Luis Millones vuelve a abordar con Sarita Cartonera el origen del Taki Onqoy, la enfermedad del canto, liberadora y radical, que hoy resurge disfrazada detrás de las danzas modernas de los Andes y sobre las paredes de los muros urbanos. Víctor Vich recorre una mitología social encarnada en las letras y la musicalidad de algunas de las canciones más populares del siglo XX en el Perú. Zein Zorrilla asume una posición frontal ante la narrativa y, desde la rememoranza de las cantantes de la sierra central que arrullaron su lenguaje, lanza su primer manifiesto sobre una literatura andina distinta y a veces opuesta al mainstream criollo de los grandes salones limeños.

Estos tres libros constituyen las primeras entregas de una serie que calentará los escenarios de debate sobre la cultura nacional, exponiendo con descarnada claridad sus aristas más filosas, más peligrosas.

El lector de estos cartoneros agradecerá a los autores el valor de una puesta en escena tan desnuda de las pasiones sociales que viven el Perú y el mundo contemporáneos.

De venta en librerías de Lima, en la galería de arte Dédalo y por Internet (quierounlibrito@saritacartonera.com)

Presentación serie Ensayo El bandido doblemente armado
Sarita Cartonera
Participan: Víctor Vich - Luis Millones
Modera: Carlos Maza
Sábado 21 de julio – 8:30 p.m.
XII Feria Internacional del Libro – Sala José María Arguedas
Centro de Convenciones del Jockey Plaza

Anuncio de Plebella


Vanidades del Paraná" - Walter Álvarez

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Lectura de Poesía

Leen:

Walter Álvarez
Romina Freschi
Adriana Kogan
Juana Roggero
Eduardo Zabala


Martes 24 de Julio
19hs
Fundación Esteban Lisa
Rocamora 4555
Buenos Aires

Sociedad elefante

Quién las hojas de Miguel Ángel Sanz Chung

Sociedad Elefante es el nombre del grupo de creación y publicación literaria que fundamos en el año 2000 seis compañeros de segundo año de la facultad de literatura de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en Lima, Perú.

Nuestro primer objetivo como grupo fue conformar una especie de taller, donde cada uno de nosotros pudiera compartir y someter a la opinión del resto sus propios textos, con la finalidad de incrementar el rigor en nuestras lecturas y exigir el máximo de nuestras creaciones. Pero esto no hubiera sido posible si desde el inicio no hubiese existido un nexo de amistad, complicidad y cierta afinidad en la forma de ver y pensar la literatura.

Por ello, el siguiente paso del grupo, una vez que lo consideramos propicio, fue el de la publicación de nuestros textos. Antes de iniciar esa aventura, todos estuvimos siempre de acuerdo en que debíamos respetar tres principios en el carácter de nuestras publicaciones: ser constantes y cumplirlo dentro de periodos determinados, hacer una distribución gratuita y, finalmente, tratar –sin importar el soporte elegido- que el resultado fuese pulcro y cuidadoso con las propias cualidades estéticas del objeto. De esta manera, y dentro de nuestras obvias limitaciones económicas como estudiantes, el formato final fue el de plaquetas de corta extensión que editamos bimensualmente. Con el paso del tiempo, el soporte de nuestras publicaciones se fueron ampliando -gracias al apoyo de personas generosas y comprometidas- y nuestras actividades como grupo también se extendieron: organizamos recitales, participamos como invitados en otros, y, en general, interactuamos de distintas maneras con otros muchos jóvenes que compartían el mismo gusto y preocupación por la literatura.

El quehacer de nuestro grupo se extendió a lo largo de nuestra etapa universitaria. Una vez concluida ésta, las publicaciones bajo el nombre de Sociedad Elefante cesaron, para dar paso a nuestro desarrollo de forma individual.

Ahora, después de cuatro años, y sin que hayamos perdido el contacto y los lazos de amistad, hemos creído conveniente volver a reunirnos como grupo de creación y publicación, sumando a ello la experiencia acumulada en este tiempo y motivados por el deseo de cumplir nuevos objetivos. Por ello, y sabiendo de la importancia vital que ha cobrado en la vida de las personas el mundo virtual –parte ya de nuestro propio mundo-, el soporte en el que ahora nos comunicaremos con ustedes, escritores-lectores, es éste, y es desde aquí que esperamos iniciar un diálogo fructífero a partir de sus propios comentarios.

Confiamos en que el gran objetivo de la divulgación, la comunicación y la complicidad, encuentre bajo este formato la gran posibilidad de extender nuestras voces –las nuestras y las suyas-, liberadas de limitaciones físicas y espaciales.

Integrantes: Moisés Sánchez Franco, José Agustín Haya de la Torre, Romy Sordómez, Luis Valladares, Miguel Ángel Sanz Chung.

http://sociedadelefante.blogspot.com/

viernes, 20 de julio de 2007

El billar de Lucrecia por Rolando Gabrielli


Cuando hacíamos la cimarra o la chancha (no asistíamos a clases en el colegio) es porque estábamos en el billar y lo que jugábamos era pool, el de las 15 bolas numeradas. El verde de la mesa, la humareda que florecía sobre el aire que respirábamos y las risas o grandes silencios, mataban nuestro tiempo de gloria. La adolescencia se sostenía sobre un taco, la tiza y el golpe seco a las bolas. Toda la complicidad del día para los convocados en el sitio mágico.

Esta historia, sin embargo, no relata ni se referirá a aquellos tiempos invictos de sueños y amistad, sino más bien a El Billar de Lucrecia, una editora y poeta mexicana independiente, que está rompiendo la muralla editorial que somete a los escritores, especialmente poetas. No sé si James Joyce, Bolaño y tantos otros escritores rechazados más de 30 veces por las editoriales, jugaban billar o estaban destinados a hacer carambola con las palabras. Lo interesante ahora es esta aventura editorial emprendida por la poeta mexicana Rocío Cerón, quien en dos años ha lanzado 11 libros al mercado y completará 15 títulos este año. Toda una odisea en estos tiempos difíciles para el libro impreso y más aún la poesía.

La directora editorial del sello El Billar de Lucrecia ha dicho un par de verdades absolutas, universales y apropiadas para nuestra época: “No tiene sentido esperar años enteros para ver si las grandes editoriales te hacen caso algún día. “Vale más organizarse, crear un sello propio y difundir la poesía, el cuento o la novela en ‘operación hormiga’, creando redes literarias de solidaridad para hacer escuchar tu voz.”
“Para hacer visible nuestro trabajo, debemos dialogar más y superar la mezquindad de jalar cada quien para su lado.” Ambas afirmaciones de Rocío Cerón son certeras, oportunas, necesarias. Esta última, donde apela a la solidaridad y al trabajo común, es muy legítima porque si de algo peca la red aún es hacerle el juego al mal mercado, ese oportunista, del amiguismo, banalidad y mediocridad, al que se suele apostar desde el vedetismo y oficialismo cultural, retórico, oportunista y miope.

Concursos y editoras se dan la mano para realizar, en no pocas oportunidades, el trabajo con mano mora. Por ello, se debe estimular todo esfuerzo independiente, cuyos resultados están a la vista, ya que esta joven editorial ha logrado poner sus títulos en ciudades como, Lima, Santiago, Buenos Aires, Berlín y Madrid. No es un logro menor, conociendo como se maneja el mundo del libro y su distribución.

Espero que El Billar de Lucrecia continúe con su plan editorial y de difusión de la poesía. No es un arte menor aventurarse en este tipo de empresas cuando el mercado tiene sus dueños y maneras de operar. Rocío Cerón considera desde su perspectiva que las editoriales independientes no son sólo una alternativa más, sino la fuerza que marca el rumbo actual de la poesía en español, en ambos lados del Atlántico.

La poesía es un artículo de consumo no popular, aunque la poesía esté en todas partes y en ninguna. De alguna manera se hace referencia a ella hasta desde el punto de la aparente negatividad: esto no tiene poesía. Sin embargo, se lee poco poesía y se promueve menos. Todo tiende hacia el espectáculo, el show y la palabra que no es estridente no es escuchada, no llega simplemente. La mujer del Billar de Lucrecia nos dice: Uno de los motivos por los cuales la poesía no se ha difundido lo suficiente, evalúa, es la falta de curiosidad de las instituciones culturales, que no incluyen en los estantes de las bibliotecas más que a Pablo Neruda, Jaime Sabines y Octavio Paz.
El Billar de Lucrecia haciendo honor a su trabajo y desafíos, celebra sus dos años de vida con un recital en el DF, este jueves 19, y esperamos que sea un gran éxito de público y de alto nivel de poesía.

Arte de nariz de Miguel Ángel Malpartida por Paul Guillén


Miguel Ángel Malpartida (Lima, 1983) ha esperado cinco largos años desde la edición de su primer libro Galería -Premio César Calvo 2002- para entregarnos su segundo libro Arte de nariz (Lima: Mesa Redonda editores, 2007), y no es en vano, en un medio como el peruano, donde, casi siempre, los primeros libros apuntan a la consideración de “principiantes”, por cierto, no es el caso de Malpartida, que demostró su precocidad a los dieciocho años con su primer libro. En Arte de nariz llama la atención los dos registros temáticos que desarrolla: el mundo de la guerra y el mundo de la infancia. El belicismo está trabajado en función del amor y el erotismo, en tanto, la infancia lanza sus puentes hacia el entorno familiar. Si en Galería en el texto “Estudio poético para Mujeres en el jardín (1866-1867) de Monet” el símbolo de la nariz estaba ligado a la contemplación de una mujer: “en las laderas de tu nariz, pecas / como insectos leopardos”, en Arte de nariz este símbolo nos remite a un mundo bélico, donde hay que aferrarse a la “belleza” como última verdad.

El título del libro Arte de nariz -poemario compuesto de tres partes: Modelismo, Daguerrotipo y Lanzallamas-, se refiere a los aviadores de la Segunda Guerra Mundial que pintaban en las narices de sus aviones rostros femeninos, que incluso besaban antes de salir en vuelo, dándose valor frente a la muerte, por ello, no es raro que Malpartida incida en la figura del pintor expresionista austriaco Kokoschka para decirnos “una mujer me ofrece el sueño / cuando dormir es ponerse a riesgo del mundo, / volverse intermitente”. Este riesgo es asumido, en esta primera sección, como una vuelta a lo lúdico, por ejemplo, en el poema Normandía: “el soldado azul prusia cayó del cielo (…) y no llevaba más que / lápices de color en las manos”. La segunda parte, habitada por soldaditos de plomo, estrellas que son grillos o grillos que son estrellas, atardeceres, sueños, anhelos, nos instala en el mundo de lo transitorio: “el giro musical en su aroma / nos roba el sentido de las horas”, es en esta parte, donde podemos darnos cuenta que, en muchos poemas, se juega con tres nociones: 1) el personaje puede ser un piloto, 2) un soldadito de plomo o 3) un poeta-niño que interactúa con objetos y juguetes. En la tercera parte, Malpartida de entrada nos da la clave hacia donde se dirige su poética: “y aprendimos a tornar los ojos / para permanecer inmóviles / mientras conteníamos el aliento”, percibimos, en muchas elementos del libro, cierto influjo contemplativo y reflexivo que llevan al poeta a consolidar relatos familiares benefactores, pero no por ello menos angustiantes y llenos de misterio que se constituyen en refugios de la infancia contra la guerra, del individuo contra la muchedumbre, del espacio de lo privado contra lo público, del pasado contra el presente, de lo psíquico contra lo social. Hay, finalmente, en todo esto una contraparte, que es la historia subrepticia del libro, la que se va colando mientras avanzamos por sus páginas y es, tal vez, una historia de horror, una historia impronunciable que se pierde en el recuerdo, en todo ello, también, hay algo de perversidad, cuando no identificación con la niña que “atesora en su vientre / el repetido galope (…) su sexo es un viento atravesado”.

Por otra parte, el poeta de Arte de nariz es un poeta atípico dentro de la tradición poética latinoamericana actual, donde el desarrollo del poema extensivo, explosivo, sin un centro previsible, polifónico, no lineal, no causal, que torna sus ojos hacia un pasado mítico para reinterpretar el presente y el futuro -hay claros ejemplos en las obras del chileno Héctor Hernández, del ecuatoriano Ernesto Carrión, del uruguayo José Manuel Barrios o del guatemalteco Alan Mills-, Miguel Ángel Malpartida prefiere la economía léxica, la transparencia, la aparente desnudez de las palabras, la baja intensidad política, el trabajo de daguerrotipia, ser avaro en lo decorativo, la contención, el castigo y la concentración expresivas o en otras palabras: Malpartida talla con fuego las rocas de la intemperie y sale victorioso de esa lucha, así, resguarda, como dijo Rilke, la infancia que es la patria del hombre.

Conocemos la piel y los ojos por Darío Chahuayo Durán


Conocemos la piel y los ojos
Las piedras secas y las estaciones frías donde volveremos a ser uno solo.
Pero no sabemos nada de los labios, la mirada ni la palabra.
Las puertas entrechocan.
Las paredes se elevan
gotas de aceite recubren edificios y muchedumbres.
Dedos sin uñas acarician el rostro de los niños
cuerpos asfixiados, avanzan:
así es como conocemos el mundo…

Ojos amarillos observan desde la profundidad.
Todos los espejos se inician y terminan allí,
En los mismos ojos envilecidos,
En una gota de sangre,
En los cuchillos que florecen dentro de la carne.
Adán se toca el vientre
Acaricia el pubis de Eva
Quiere poseerla.
Espera en silencio.
Mañana nada escapará de sus manos:
Bienvenido a la máquina, Adán, le dice ella.
¿Dónde dejaste a tu mujer y a tus hijos, venerable, varón?, preguntará después el padre de los hombres.
Y la mujer te invitará al pecado, pero no debes creer en sus ojos. Ellas sólo sueñan y juegan, luego morderá tu falo, y mientras se baña con la sangre, se hundirán en el delirio. ¡Oh, Gran Luz! ¡Primera y última piedra de la civilización! Pero nada de eso debe confundirte, hombre de cabeza calva, guerrero dorado.
Comerás con el sudor de tu frente. ¿Recuerdas, Adán? –se burlará el padre.
Más que cualquier animal, más que tu dios mismo. Por eso cree, Adán. Cree en lo que inventaste con miedo o soberbia, mata a tus hijos o tus enemigos, pero cree. El perro te reconocerá, no tu mujer. Ella no tiene ojos y su corazón rueda por la tierra buscándose.

Darío Chahuayo Durán (Huancayo, 1979). Tiene inéditos un libro de poesía y un conjunto de cuentos. Fue ganador de los juegos florales de la Universidad Villarreal (2004) y Ricardo Palma (2005). Actualmente, realiza estudios sobre algunas enfermedades mentales.

martes, 17 de julio de 2007

Fragmentos sobre la poética visual de Ruiz Durand en la revista Martín por Manuel Jesús Orbegozo

O sea, primero, aparecen los comprensibles cien rostros de Carlos Germán aunque una sorpresa para quien esto escribe (disculpen la inmodestia personal), porque solo conocí un solo rostro, aquel que vi todos los días a lo largo de unas dos decenas de años cuando trabajamos juntos en una redacción de periódico. Luego, Ruiz Durand hace aparecer un desierto peruano con unas casas peruanas salpicadas y aplastadas por la tristeza y unos hombres peruanos salpicados caminando como sobre un manto gris de soledad peruana, inmensa, desesperante, como la poesía de Carlos Germán. En otra página, la vida y la muerte disputándose un vergel, una brutal explosión de flores rojo-sangre con pistilos como bayonetas erizadas para defendernos de la muerte cuyos ojos vacíos nos ven cómodamente aunque impasibles, igual que la poesía de Carlos Germán.

Y los vitrales de un raro templo, como la poesía de Carlos Germán, aparentemente desgastada, inexpresiva, como su lenguaje, pero a la vez en pleno vigor, de Carlos Germán; y los juegos de luz y de sombra que empiezan en la cara de unos ángeles jóvenes o vírgenes anónimas y terminan perdidos en la perspectiva, como el sueño de los argonautas. Y otra vez, flores y damas antiguas como el vocabulario de Carlos Germán, inusable, limitado y no obstante en plena vigencia no léxica sino existencial, por la sorpresa o la bella amenaza de los lirios. La batalla virtual de Ruiz Durand tratando de graficar la poesía de Carlos Germán en líneas octogonales y puntos germinales, imposibles de ser aprehendidos aunque sí de ser gozados. Y nadie ha visto un rostro cogido en una red de líneas que se pierden en el infinito, como un verso cualquiera inesperado de Carlos Germán, y luego más flores para disuadir e! misterio de la creación y, ¡pum! Carlos Germán multimillonariamente divido en infinitos rostros que son parte del tecnicismo virtual y la audacia creativa de Ruiz Durand acostumbrado ya a dejarnos sin aliento pensando en los misteriosos meandros de la cibernética y la poesía de Carlos Germán.

Y ahora, José Antonio Chang justificando la edición para un poeta premiado con el Pablo Neruda 2006 y haciendo un recuento de su vida de hombre y de creador de belleza poética. Y Antonio Melis, con su relato sentimental para informarnos sobre los valores estéticos de Carlos Germán y su amistad desde Hada Cibernética, poema (perdón por esta nueva incursión personal) que sirvió para que el doctor Francisco Miró Quesada C. bautizara a la primera computadora de la Redacción con ese nombre de "Hada Cibernética", hermoso y cabal. Y, finalmente, en la contracarátula, un angustiado Carlos Germán Belli y una muchacha muy triste, parecida a su hija, parecida a la Tristeza.

MARTÍN PARA PACO: Otra vez, Jesús Ruiz Durand se vale de la electrónica una sola posibilidad, un solo ángulo al que nos tienen acostumbrados, sino que dibujos solo se hacen con lápiz y papel. Ruiz Durand nos hace ver que las sirenas existen, que no son pura mitología, que las dunas no necesitan corpiños para erotizarnos y que los poemas autógrafos palpitan y que las muchachas pueden vivir tranquilamente bajo el agua sin ahogarse. Quién como Paco por haberse prestado a la magia de Ruiz Durand para aparecer multiplicado y dividido y acompañado de todas las mujeres a las que acarició en vivo y en directo o soñó acariciar como Marilyn, Bo Dereck, Sofía Loren y Ava Gardner (“El más bello animal del mundo” a quien alguna vez vi de cerca más sus senos más que su rostro) y terminando con todas las Meches que constituyeron su amoroso mundo lírico. Martín esta profusamente ilustrado con fotografías del recuerdo que presentan a Paco en Chile, en Roma, en Lima, saliendo de los bares con sus torpes pasos y su torpe bigote de brocha. Me parece que una de esas fotografías pertenece al bar “Palermo” de la segunda década del siglo XX, donde vivieron su juventud con suma intensidad los, ahora, imperecederos poetas y escritores de “La Generación del 50”.

CÉSAR ÁNGELES CABALLERO, DIVULGADOR DE LA LITERATURA PERUANA


Experto educador y crítico sigue aportando a la cultura literaria. En su opinión, la crítica literaria sí tiene asidero en el Perú. Resumir la trayectoria del destacado docente e investigador César Ángeles Caballero no es el propósito de estas líneas. Al contrario, saludamos la vitalidad de una trayectoria respetable, que sigue dando a conocer nuevas publicaciones y aportes.

Ángeles Caballero acaba de sacar de la imprenta el sétimo tomo de la Historia de la literatura regional, dedicado a Pasco, y el opúsculo La lectura vital. Ambos libros han sido publicados por la editorial San Marcos.

En el primer caso, es la continuación de la serie dedicada a la literatura nacional, región por región, labor en la que el estudioso lleva ya cuarenta años.

¿Por qué los peruanos no conocemos más esta literatura regional?, le preguntamos. “Primero, los historiadores de la literatura peruana no han investigado y, segundo, por desconocimiento de la problemática literaria de cada región”, sostiene. El libro también contiene una historia y cronología del periodismo en Cerro de Pasco.

En cuanto a La lectura vital, Ángeles Caballero resume años de experiencia. Si bien es un manual de lectura, los lectores podrán compenetrarse con los textos, a fin de interpretar y asimilar su contenido.

Y en relación con la reciente afirmación de Mario Vargas Llosa sobre que no hay críticos literarios en el Perú, el investigador discrepa.

Aunque no hay un movimiento cultural intenso, con revistas puntuales, la lectura se ha incrementado, los escritores son prolijos y escriben con frecuencia. Somos un gremio más o menos sólido cuyos integrantes nos entendemos y respetamos.” (GSR)

César Ángeles Caballero ha sido docente en distintas universidades del interior y Lima. También es colaborador de destacadas publicaciones nacionales y foráneas.

De interés (Trayectoria literaria)

A) Ángeles Caballero ha reunido las voces de Áncash, Ica, Ayacucho, Tacna y el Callao (por lo que recibió una medalla del gobierno regional).

B) Es también un conocedor profundo de la obra y figura de Abraham Valdelomar.

C) En 1972, publicó Peruanidad del pisco, que lamentablemente tiene la fama de ser el “libro más plagiado de todos los que han escrito sobre este aguardiente”, sostiene.

D) Ha obtenido las Palmas Magisteriales en el grado de Maestro Comendador.

E) El destacado docente se encuentra inmerso en la nueva Universidad de Ciencias y Humanidades, por inaugurarse próximamente en Los Olivos.

Fuente: El Peruano http://www.elperuano.com.pe/

UNA NOBLE KATERBA ASALTA LA FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO


Uno de los grupos poéticos más importantes de los noventa presenta su esperada antología, Persistencia vital. Nueve voces fundamentales de la poesía peruana este miércoles 25 de julio, a las 4 p.m., en el Jockey Plaza.

Porque la poesía es un fuego que no se extingue en el Perú, porque es una pasión pero también una vocación para la que algunos peruanos parecen poseer un genio especial y suprahumano, cada cierto tiempo irrumpen en la escena nacional voces singulares con palabras nuevas bajo el brazo, palabras esperadas. Y en ocasiones, estas apariciones suman virtudes en colectivos poéticos que identifican toda una época, un momento de la existencia.

A Noble Katerba le tocó ser uno de los grupos literarios más importantes de principio de los años noventa, época convulsa a la que aportó la claridad de sus propuestas poéticas. Cada cual desembocó en diversas publicaciones posteriores, libros fundamentales para la poesía peruana del siglo veintiuno, pero recién este 2007 convergen en una exposición sumatoria que permita sopesar la relevancia de un trabajo de escritura serio, pacienzudo, coherente y luminoso.

Persistencia Vital, se llama esta muestra antológica que reúne a nueve poetas katerbianos, que será presentada en inmejorable marco: el miércoles 25 de julio, a las 4 de la tarde, en el auditorio José María Arguedas de la 12° Feria Internacional del Libro de Lima, en las instalaciones del Jockey Plaza. Diecisiete años de intensa trayectoria literaria que ha traspasado fronteras del Nuevo y Viejo Mundo, no sólo en el ámbito de la poesía, sino también de la narrativa y el periodismo.

Los antologados, son:

Roxana Crisólogo, autora de tres celebrados poemarios: Abajo sobre el cielo (Editorial Nido de Cuervos, 1999, reeditado el 2006), Animal del camino (Santo Oficio, 2001) y Ludy D (Ediciones Flora Tristán, 2006), traducidos a varios idiomas, entre ellos, el finlandés.

Johnny Barbieri, prolífico poeta, premio Horacio 2003 con Viajando a Nairobi y varias menciones honrosas en diversos concursos como el Premio COPE, ha publicado bajo el sello Noble Katerba los poemarios Branda y la mesón de los Pandos (1993), El libro azul (1996), Maka (1999), Jugando a ser Dios (2000), Carne de mi carne (2002), La virgen negra (2003), Libro hindú (2005) y Yo es otro (2007) bajo su propio sello Casa Barbieri Editores.

Gonzalo Málaga, poeta y narrador, publicó el 2005 la selección de cuentos MF (Los Multifuckers).

Leoncio Luque, poeta y activo promotor y productor cultural, editor de varias publicaciones literarias impresas y en el ciberespacio, ha sacado a la luz bajo el sello Noble Katerba los poemarios Por la identidad de las imágenes (1996), En las grietas de tu espalda (2001) y Crónicas de Narciso (2005).

Pedro Perales, poeta y promotor cultural en talleres literarios y creativos a nivel nacional, tiene en su haber los libros de poemas Edades (1996) y El libro del amor y los encuentros (2001).

Iván Segura, poeta y traductor radicado en Francia, autor de Bosque de formas (1997, Ediciones Nómadas).

Raquel Álvarez, poeta Premio Voces Nuevas de la editorial Torremozas de Madrid, donde reside dedicada a labores docentes universitarias en el campo del derecho y al activismo en los derechos humanos en temas migratorios para Amnistía Internacional.

Armando Agüero, mención honrosa en el premio Poeta Joven del Perú con su poemario Todo se parece a tu historia. También radica en España.

Manuel Cadenas, poeta, narrador y periodista, publicó el 2007 la novela Patio de bestias, bajo el sello Editorial Casatomada.

Contactos

Leoncio Luque
: 99034534 / email leoncioluque@hotmail.com
Johnny Barbieri: 96886881/ email casabarbieri@hotmail.com
Manuel Cadenas: (9) 4175526 / email manuel.cadenas@gmail.com

Cinco poemas de Nuno Júdice

SINFONÍA PARA UNA NOCHE Y ALGUNOS PERROS De noche, un perro empieza a ladrar, y después de él, todos los perros de la noche se ponen a ladra...