domingo, 9 de mayo de 2010

CINCO POEMAS A LA MADRE

Súplica a mi madre

Mis palabras de hijo dirán difícilmente
algo a un corazón de mí tan diferente.
Sólo tú en el mundo sabes de mi corazón
lo que siempre fue, antes de cualquier amor.

Por eso tengo que decirte lo que es horrible reconocer:
germina mi angustia en el seno de tu gracia.

Eres insustituible. Por eso está condenada
a la soledad la vida que me diste.

Y no quiero estar solo. Tengo un hambre infinita
de amor, del amor de cuerpos sin alma.

Porque el alma está en ti, eres tú, pero tú
eres mi madre y tu amor es mi esclavitud:

esclava fue mi infancia de este sentimiento
alto, irremediable, de inmenso compromiso.

Era la única manera de sentir la vida,
la única tinta, la única forma. Ahora se acabó.

Sobrevivimos: y es la confusión
de una vida recreada al margen de la razón.

Te lo suplico, ay, te lo suplico, no quieras morir.
Estoy aquí, solo contigo, en un futuro abril…

Pier Paolo Pasolini


Madre

La osa mayor
da teta a sus estrellas
panza arriba:
gruñe
y gruñe.
¡Estrellas niñas, huid;
estrellitas tiernas!

Federico García Lorca


Poema a mi madre

(reivindicación de una hermosura)

Escucha en las noches cómo se rasga la seda
y cae sin ruido la taza de té al suelo
como una magia
tú que sólo palabras dulces tienes para los muertos
y un manojo de flores llevas en la mano
para esperar a la Muerte
que cae de su corcel, herida
por un caballero que la apresa con sus labios brillantes
y llora por las noches pensando que le amabas,
y dice sal al jardín y contempla cómo caen las estrellas
y hablemos quedamente para que nadie nos escuche
ven, escúchame hablemos de nuestros muebles
tengo una rosa tatuada en la mejilla y un bastón con
empuñadura en forma de pato
y dicen que llueve por nosotros y que la nieve es nuestra
y ahora que el poema expira
te digo como un niño, ven
he construido una diadema
(sal al jardín y verás cómo la noche nos envuelve)

Leopoldo Maria Panero


Madres

Estas lágrimas en las flores
Son mi corazón condolido por tantas mamás que parten
Con el cambio de siglo, con el cambio de época,
Dirigiéndose al cielo desde donde contemplan
A sus hijos, compungidos, huraños, mascándose las uñas,
Deseando volver a verlas
Para abrazarlas, rendirles la pleitesía que se merecen.
Dejaron progenie, herencia.
Tanto dolor desgarra mi corazón desolado.

Enrique Verástegui


Madre

Tu nombre viene lento como las músicas humildes
y de tus manos vuelan palomas blancas

Mi recuerdo te viste siempre de blanco
como un recreo de niños que los hombres miran desde aquí distante

Un cielo muere en tus brazos y otro nace en tu ternura

A tu lado el cariño se abre como una flor cuando pienso

Entre ti y el horizonte
mi palabra está primitiva como la lluvia o como los himnos
porque ante ti callan las rosas y la canción



Carlos Oquendo de Amat


Imagen: Pablo Picasso. Madre e hijo, 1938, óleo sobre lienzo (65 x 54 cm.) Colección privada.

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