martes, 16 de octubre de 2012

Poemas de Pia Tafdrup


Blanco encabritado

Sangre roja, sangre blanca, sangre negra,
llenan el cerebro
                      hacen estallar el cráneo.
La tierra se agrieta, noche estrellada
sobre los campos cosechados de mi padre
donde siete caballos blancos nos llaman a que salgamos
con potentes relinchos.
-Esa gota en la memoria
es un océano lleno a rebosar.
Sangre roja, sangre blanca, sangre negra,
allí en el campo los caballos encabritados se detienen –
huidos
de un circo ambulante
                               o enviados,  ¿de dónde?
Nosotros no tenemos caballos en la granja,
pero ¡han venido a nosotros!
Sin sillas ni jinetes…
Estoy despierta
hasta el tuétano de mi espinazo,
 estoy galopantemente despierta.
Los poros de la piel se abren
                                                desbocados,
la noche entra, fresca, clara.
Me ciegan
las panzas de blanco lunar de los caballos,
los oigo relinchar cuando nos ven
a mi padre y a mí.
Por un segundo descendente
los caballos levantan mi corazón
                                               más alto –
de lo que nunca antes he volado en el espacio.
Caballos preparados a entrar de un salto en la noche,
                                                             salir fuera de un salto.
No hay cartel que ponga
Prohibida la entrada a los caballos
este planeta es un territorio abierto de par en par.
Todo puede pasar.
- Un océano de fuego y sal
lo inunda todo.
Pesados golpes de cascos se alejan,
después
insuperable crepúsculo. Retumbante.


Escrito a mano

Soñé que mi padre tenía un ventanuco
en el techo,
                la única abertura
por la que podía mirar al exterior.
En la habitación los muebles estaban amontonados
como en un trastero.
El ventanuco estaba casi completamente tapado
con un gran pedazo de cartón
                                                  color gris de tormenta.
A pesar de ello mi padre estaba tratando
de abrirse camino
deslizándose entre armarios, cajones y un secreter
                                                               - estaba de puntillas
con el fin de mirar a través de la última rendija,
por la que aún entraba
                             un rayo de luz.
No se quejaba, pero yo busqué indignada
a las enfermeras por los pasillos
de linóleo de colores de emergencia
y un dolor dulzarrón enfermizo
                                             a fruta podrida.
Había también otro problema:
¡la escritura de mi padre!
Estaba a punto de desaparecer –
o ¿ es que escribía
                        con tinta de nieve?
El hecho de que yo no pudiese descifrar los últimos restos
de sus escritos
me preocupaba tanto como
el panorama que le faltaba  y del que no podía disfrutar.
Les pedí a las enfermeras
que le devolviesen a mi padre su escritura.
Ellas buscaron consejo en la biblioteca del olvido,
pero todos los libros estaban prestados .
Además la llave
de la caja de las plumas y el papel
era demasiado corta,
                  la esperanza es cosa del pasado,
se lamentaron levantando la mirada hacia el cielo vacío.

de Los caballos de Tarkovski

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Caravana
A mi hermana
Campos de hielo, bosques de nieve
helada ardiendo bajo la piel
No hay senderos que seguir
sólo llanuras que cruzamos solitarios
y distantes uno detrás del otro
Apenas si levantamos los pies
es la tierra la que nos transporta
Vivimos —
lo que significa:
Luchar contra la muerte
en todas sus formas
Todo lo que decimos será usado en nuestra contra
pero lo mismo pasa con lo que no decimos
Campos de hielo, bosques de nieve
un cielo que oscuro se adensa
como un muro de lamentos
Cielo de nieve, un cementerio judío
piedras blancas por kilómetros
en los pinares de las afueras de Kiev
Por cada copo que contemplo
sueño que lentamente estoy aquí:
alma en la sangre en la nieve en el mundo
Adentro
arder sin escrúpulos
y así, en lo blanco, desaparecer.


La mano de mi madre

Me baño en la quieta luz de una gota
y recuerdo cómo llegué a ser:
Un lapicero puesto en la mano,
la fresca mano de mi madre sobre la mía, cálida.
— Y así nos pusimos a escribir
entrando y saliendo de corales,
un alfabeto submarino de arcos y puntas,
de caracoles espirales, de estrellas marinas,
de blandientes tentáculos de pulpos,
de grutas y formaciones rocosas.
Letras que con sus cilios se abrían paso
vertiginosamente entre lo blanco.
Palabras como lenguados aleteando
y enterrándose en la arena
o anémonas oscilantes con sus cientos de hilos
en un quieto y único movimiento.
Frases como cardúmenes
que se hicieron de aletas y ascendían
y también de alas que en compás se agitaban,
palpitando como mi sangre que a tientas
golpeaba estrellas contra el cielo nocturno del corazón;
fue cuando vi que su mano había soltado la mía,
que yo hacía mucho, escribiendo, me había desasido de ella.


El lapicero

Si son los barcos o los cargueros llenos hasta reventar
—que a lo largo del día pasan frente a mi ventana que da al este,
desde donde el ardiente sol de la mañana envía chorros de fuego
que atraviesan mi corazón—
los que por las noches me hacen soñar
con un pene irguiéndose tan maravillosamente
que tengo que tocarlo,
o si es un mar olvidado que ha invadido mi lapicero
y que ahora desemboca en su punta
para hacerme escribir algo distinto a lo que
había imaginado, eso no lo sé;
pero por la presente envío mis excusas
a la ciudad portuaria cuyo cielo nocturno
yo, desflorada por la luz, el sonido y los aromas,
importunase con los sueños más improcedentes
extraídos de una jungla de tinta negra
que no sabía que yo tuviese muy dentro de mí,
allí donde ingenuamente, lo veo bien, yo imaginaba
que todo era tan brillante como la lanza
que se abre camino en la médula de cristal de la palabra,
y no moldeado como las olas
que ahora parten y se reúnen en una furiosa
urdimbre de agua, arena y espuma,
en una cadena que se suelta y se aferra,
olas que me golpean como una caricia
y que lamen la playa, lenguas que acosan
y que en la arena reflejan el inicio y el retorno.


(Traducción de Renato Sandoval y Thomas Boberg)

Pia Tafdrup nació en Copenhague, Dinamarca, en 1952. Ha publicado once libros de poesía: When an Angel Breaks her Silence (Cuando un ángel rompe su silencio), 1981; No Hold (No agarrar), 1982; The Innermost Zone (La zona más íntima), 1983; Spring Tide (Marea viva), 1985; White Fever (Fiebre blanca), 1986; The Bridge of Moments (El puente de momentos), 1988; The Cristal Forest (El bosque de cristal), 1992; Territorial Song, Jerusalem Cycle (Un ciclo de Jerusalén), 1994; Queen’s Gate (La puerta de la reina), 1998; Thousand Born (Mil nacido), 1999 y The Whales in Paris (Las ballenas en París), 2002. En 1989 fue elegida miembro de la Academia Literaria de Dinamarca. Sus poemas han aparecido en cerca de cuarenta publicaciones literarias del Reino Unido, Estados Unidos, Canadá y Australia y han sido traducidos a diversos idiomas. Recibió el Premio de Literatura del Consejo Nórdico, el más prestigioso premio literario de Escandinavia, por el libro Queen’s Gate.

Fuentes: http://desdebabia1.wordpress.com/2009/12/17/los-caballos-de-tarkosvski-de-pia-tafdrup/
http://www.letralia.com/transletralia/tres/03.htm 


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